La Historia de la Agricultura por el mundo entero(parte 2)

y ahora continuamos con lo que nos hace falta por saber…

Inicios de la agricultura moderna, y dominio europeo en la agricultura

( De 1500 a 1800)

De Mark B. Tauger

“Entre los siglos XV a XVIII, los agricultores vivieron en casi todo el mundo en peores condiciones medioambientales que en los siglos precedentes”, sostiene el profesor Mark B. Tauger al inicio del capítulo cuarto de su La agricultura en la historia del humanidad.

Se trata de la Pequeña Edad de Hielo, interrumpida por cortos periodos cálidos, que provocó sucesivas crisis, en especial en el hemisferio Norte. Los agricultores estaban sometidos a una variedad de sistemas de servidumbre que, de un modo poco visible pero imparable, fueron mermando el número de campesinos libres, tanto en los imperios musulmanes, como en China y Japón, aunque en estas partes del mundo asiático el pequeño campesino consiguió perdurar.

Una reseña de Gaspar Oliver

En Europa, las cosas ocurrieron de otro modo. En la mitad oriental, los agricultores cayeron en lo que se suele llamar “la segunda servidumbre”. En la parte occidental la servidumbre se redujo, pero la mayoría de los campesinos estuvieron subordinados a la nobleza y al poder creciente de los gobernantes. Con el descubrimiento de América, los exploradores y los comerciantes europeos crearon el sistema de las plantaciones, que usaba a masas de esclavos para producir grandes cantidades de bienes de lujo.

El periodo estudiado en este capítulo abarca el tiempo transcurrido entre los siglos XIV y XIX, en su conjunto muy frío, aunque disfrutó de algunos periodos cálidos. Las manchas solares y formidables erupciones volcánicas pueden haber sido las causas de este enfriamiento de la Tierra. Las temperaturas más bajas se registraron entre 1680 y 1730. A finales del siglo XVI, el frío redujo las cosechas, provocó incrementos de precios, escasez de alimentos y turbulencias sociales en el continente europeo. En China, el frío extremo acabó con la cosecha de naranjas en la provincia de Jiang-Xi.

También esos territorios sufrieron grandes sequías.

El imperio Otomano

Distingue Tauger dos grandes esferas de influencia cultural y económica en Asia: los imperios musulmanes del sur y el centro del continente, y la esfera china en oriente. En ambas había una clase de pequeños campesinos muy extendida y protegida por los gobiernos centrales, que fue reduciéndose con el paso de los siglos y las acciones de los grandes propietarios.

El imperio otomano formado en Anatolia entre los siglos XII y XV repartió la tierra entre sus caballeros (sipahis) y la nueva infantería, los jenízaros, reclutados entre los pueblos conquistados. Los sultanes intentaron reducir su fuerza manteniéndolos siempre ocupados en campañas militares, con objeto de que no aprovecharan su poder para ir eliminando a los pequeños agricultores.

Pone Tauger como ejemplo, la conquista de los Balcanes por el imperio otomano a inicios del siglo XV, aprovechando un conflicto entre la nobleza serbia y su servidumbre. Incorporaron los otomanos a parte de la nobleza serbia y abolieron la servidumbre campesina. El sultán era el único propietario de las tierras, y quienes las cultivaban podían hacerlo en paz, a cambio de determinados impuestos y pudiendo transmitir el usufructo a sus descendientes.

El imperio otomano empezó su declive en el siglo XVI, lo que provocó una vuelta de los campesinos a la servidumbre de los poderosos. Entre los siglos XVI y XVIII, la población del imperio se dobló, mientas que la tierra cultivada aumentó solo una quinta parte. El incremento de los impuestos, con frecuencia ilegales, y la falta de trabajo produjeron una afluencia de habitantes de pueblos a las ciudades. La nueva clase de propietarios que ocuparon las tierras abandonadas se conoció como ayanes. Algunos campesinos se organizaron en bandas para resistir su subordinación al poder. Esta situación generalizada contribuyó a la debilitación del imperio Otomano.

La India

En el sur de Asia, donde solo en dos periodos previos al reseñado hubo imperios unificados (el Mayura y el Gupta), se instituyó el sistema de castas, en el que la más baja, los sudras o intocables, eran quienes trabajaban la tierra. Encuentra Tauger un paralelismo entre el sistema de cultivo y propiedad agraria de los monasterios medievales europeos y el de los templos hindúes del mismo periodo medieval.

El imperio Mughal, a partir del siglo XV, dio cierta estabilidad a la India. Como en el imperio Otomano, los agricultores no poseían la tierra, pero podían venderla, comprarla y darla en herencia. Un censo realizado en el siglo XIX por los ingleses evidenció que casi no había tierras comunales en la India, y que la práctica totalidad estaba en manos privadas, en pequeñas y grandes extensiones. Poco a poco se fue creando un sistema semifeudal de funcionarios y de grandes (jagirs) y medianos (zamindar) señores que explotaban a los agricultores. Estos potentados se convirtieron en una amenaza al poder central Mughal.

En la India se utilizaba la mitad de la tierra cultivable, con una población de unos 140 millones de personas. Los agricultores usaban técnicas avanzadas en la siembra y el trasplante de arroz. Los monzones, y no los cambios de temperatura como en otras partes del planeta, regulaban las estaciones y las cosechas, y los agricultores establecieron sistemas de irrigación eficientes que permitían varias cosechas al año. En el oeste y noroeste se cultivaba mijo y trigo, y en el sur y el este, arroz. Las impresiones de los visitantes extranjeros reflejan el contraste entre la riqueza del país y la miseria de sus campesinos. Hubo terribles hambrunas, en una de las cuales del siglo XVII, el rajá Shah Jahan, acongojado por la muerte prematura de su bella esposa, se dio el capricho de construir el Taj Mahal.

Una de las fórmulas usadas por los gobernantes Mughal para contener la codicia de los grandes señores (jagirs) era rotarlos en las regiones donde actuaban como delegados del gobierno. Pero la consecuencia imprevista de este método fue que los jagirs aprovecharan su enorme poder, que sabían tenía un límiete temporal, para exprimir al máximo a los campesinos. Esto provocaba grandes sublevaciones de pequeños y medianos agricultores, agobiados por los impuestos. A veces las rebeliones dieron lugar a una perversa situación: los campesinos sublevados necesitaban explotar a aquellos que decían defender, los más pobres, para mantener la guerra. Desde el punto de vista de los agricultores, estos imperios otomano y mughal se dedicaban a saquear a los campesinos, que además eran víctimas de las oscilaciones climatológicas.

China

En la China, el esquema político desde la Edad Media (europea) era, el siguiente: explosión política generalizada y emergencia de una dinastía nueva que saca al país del caos y de la crisis económica, haciendo concesiones a los agricultores para que no abandonen la tierra, y restituyendo los mecanismos de graneros para aliviar las hambrunas. Pero a medida que la dinastía “maduraba”, los funcionarios locales y los señores de la tierra volvían a situar a los campesinos en su estatus servil.

El los siglos XVI y XVII se registraron sucesivas rebeliones agrarias, con saqueos de graneros comunes y casas señoriales. Uno de los levantamientos más notables fue el de Li Zichen, que duró 14 años, hacia 1630. Logró equilibrar el cultivo de la tierra, matando a muchos señores, pero debilitó tanto a la dinastía Ming, que esta no resistió al invasión manchú a mediados del siglo XVII. El desastre económico y demográfico fue pavoroso.

De los 80 millones de habitantes de la China Ming en el siglo XIV, se pasó a los 150 millones en el siglo XVII, y tras la invasión manchú se había reducido a 90 millones. Los manchúes repartieron la tierra entre sus allegados, creando los mismos problemas de explotación del agricultor. El desastre fue tan patente, que hacia 1720 los manchúes intentaron reformar el sistema y favorecer a los pequeños agricultores. Hacia el final del siglo, la mayoría de las granjas en China pertenecían a pequeños campesinos.

La producción se especializó por zonas geográficas (cosechas alimentarias y cosechas industriales como el algodón) y el comercio agrícola prosperó. No obstante, el nivel económico de las familias de cultivadores era de mera subsistencia, entre otras cosas porque el incremento de población hizo las explotaciones cada vez más pequeñas. La familia se veía obligada a explotar a fondo a sus miembros, algo que todavía existe en Asia, aunque en un marco de economía industrial.

Japón

En el siglo VII los emperadores japoneses intentaron abolir la propiedad privada y crear explotaciones propiedad del estado. No funcionó porque los agricultores se opusieron por medios no violentos pero eficaces. No obstante, los grandes señores y los monasterios budistas se hicieron con grandes cantidades de tierra, de modo que en el siglo XII, controlaban la mitad de la tierra.

Se estableció un sistema semejante al feudal europeo llamado Sho, en el que los agricultores cultivaban la tierra del señor como si fueran sus propietarios. Pero por encima de estos pequeños señores florecieron otros más poderosos, los Daimyo. Los siglos XVI y XVII registran incesantes luchas interseñoriales. Los pequeños campesinos llegaron a vender a sus hijos como siervos (fudai) a los grandes señores y a otros campesinos para poder sobrevivir.En los periodos de hambrunas, miles de niños y adultos se convirtieron en fudai, aunque el shogunato prohibía nominalmente este procedimiento.

Otra clase inferior de agricultores eran los nago, campesinos sin tierra que dependían de los agricultores más favorecidos. Se estableció un sistema de granjas “colectivas” familiares que funcionó bien, porque la productividad creció, así como la población. En 1590 Edo (Tokio) era un pueblo, y en 1730 tenía medio millón de habitantes, quizá la ciudad mayor del planeta. El cultivo para el consumo alimenticio se combinó con el industrial, como las moreras para los gusanos de seda.

Es de notar la publicación en 1697 de un manual de cultivo, editado por Miyazaki Antei, que sirvió para el mejoramiento de los trabajos agrícolas de multitud de campesinos japoneses. Uno de los avances fue el uso de fertilizantes, que eran escasos y caros. Se incrementó la irrigación y se especializaron las cosechas por regiones, se mejoraron las rotaciones y se consiguieron variedades nuevas que tuvieron un efecto revolucionario en la agricultura.

Aunque se conservaron muchas granjas de tamaño grande, la división de estas por las herencias acabó con el sistema del cultivo familiar colectivo basado en los parientes y en los nagos.

En resumen, dice, Tauger: “En el Asia Meridional y Occidental, entre los siglos XIV y XVIII, los campesinos libres cayeron en gran número en la dependencia. Mientras, en China y en Japón los pequeños campesinos se emancipaban o al menos mejoraban su situación como consecuencia de las nuevas leyes y las fuerzas del mercado”.

Europa Occidental: el Antiguo Régimen

Las sublevaciones campesinas del alto medievo liberaron a multitud de siervos rurales en Europa Occidental, si bien se mantuvo en la servidumbre a más de un millón de personas en regiones apartadas. No obstante, los campesinos liberados siguieron a disposición de los nobles en cantidad de obligaciones. El sistema jerárquico se mantuvo y se pronunció en el siglo XVIII. Dominaba una elite de grandes nobles, y la baja nobleza a veces no se distinguía nada del campesinado. Entre este, también había una elite de ricos que dominaban las villas. La mayoría de la tierra era propiedad del rey, los nobles o la iglesia, que imponían a los campesinos libres obligaciones tradicionales, como impuestos o el mantenimiento de los caminos.

Estas obligaciones suponían la mitad de la renta de los campesinos, lo que les restaba incentivos para producir o mejorar las técnicas de trabajo. Estas no mejoraron hasta el siglo XIX.

Las cosechas mayoritarias eran de cereales, el centeno y la avena por encima del trigo, porque resistían mejor las inclemencias de aquel tiempo frío. Los años 1709, 1740 y 1772 fueron especialmente malos. Los señores intentaron introducir nuevas cosechas, como las patatas americanas, pero los campesinos se resistieron.

El sistema de rotación triple dominó en toda la Europa continental, con la excepción de los Países Bajos. El mayor problema de la triple rotación era el trozo de tierra dejada en barbecho. En la Francia de 1789 un tercio o dos quintos de la tierra cultivable estaba en barbecho cada año. En Inglaterra y en los Países Bajos habían conseguido eliminar la triple rotación sin esquilmar la tierra. También se conservó la división de la tierra cultivada en parcela, a veces muy alejadas unas de otras. La ventaja era que en alguna de ellas siempre se producía una buena cosecha si las otras habían sido malas; la desventaja era el tiempo y le energía empleadas en ir de una a otra.

Los métodos de cultivo eran poco productivos: siembra a mano, arados de madera, cosecha con hoces o guadañas que desperdiciaban mucho grano, caído en la tierra, que debían recoger las mujeres y los niños. Los fertilizantes se limitaban al abono animal en las tierras cosechadas y en los barbechos.

Las cosechas eran de entre tres y cinco semillas por grano sembrado, lo que dejaba al agricultor muy poco o nada para la venta, y le condenaba a la pobreza. La dieta campesina se limitaba casi por completo al grano. A veces, al final de la primavera se quedaban sin comida rica en calorías y sobrevivían con hierbas u otras especies. Vivían en casas muy primitivas, en compañía de los animales domésticos, y fabricaban en casa la ropa que vestían.

A pesar de todo ello, había un pequeño número de campesinos que vivían en casas sólidas y se alimentaban bien. Un número mucho mayor (alrededor del un tercio de la población) de personas abandonaban sus aldeas y se dedicaban a la mendicidad itinerante o al bandolerismo. Por fin, muchos otros vivían en los pueblos como trabajadores sin tierra.

En el siglo XVIII, estas condiciones empeoraron, al incrementarse la población, pero no el área de tierra cultivada, mucha de la cual estaba infértil en manos de los nobles, más preocupados por mantener su estatus jerárquico que en mejorar la agricultura. En ese momento, los nobles intentaron recuperar gabelas y privilegios en desuso, y se produjeron movimientos campesinos de resistencia.

Es de notar que, incluso en lugares donde dominaba la servidumbre rural, los campesinos tenían sistemas de autogobierno y de representación; por ejemplo, en los cantones suizos y en partes de Alemania y Francia, los agricultores estaban representados en los Estados Generales.

Aunque el empleo de rotaciones distintas a la triple y otras innovaciones empezaron a florecer, la mayoría de los campesinos era adversa a las nuevas ideas y nuevas prácticas.

Rusia, la segunda servidumbre

Las condiciones de la población agraria en la Europa Oriental, incluida Rusia, el territorio prusiano, los estados Bálticos, Austria, Hungría y los Balcanes habían sigo beneficiosas durante las roturaciones medievales. Pero la conquista de Rusia por los Mongoles en el siglo XIII acabó con la estabilidad. La lucha de los nobles rusos llevó al establecimiento de Moscovia, encabezada por un zar (Kaesar en latín, Kaiser en alemán) , cuyo poder se basaba en ejércitos de nobles propietarios de tierras y de campesinos, cuyos frutos y trabajo les servían para ejercer su oficio militar. Con objeto de asegurar los impuestos con que sostener este esquema, se dictó que los campesinos no podían abandonar la tierra en la que vivían. De este modo se estableció la servidumbre, tanto de los agricultores en tierras de nobles como en tierras del zar.

Algo parecido ocurrió en otras zonas aledañas, como Dinamarca, Bohemia, Polonia, Hungría, Prusia y Austria. En Dinamarca, los nobles exigían a sus siervos un mínimo de 200 días de trabajo con sus propios caballos en las tierras del señor. Los impuestos obligaban a los agricultores siervos a utilizar en pago el poco producto que cultivaban para sobrevivir. En las zonas donde el cultivo de grano era favorable, como Ucrania, los campesinos vivían mejor, y los señores permitían a sus siervos vender productos en la ciudad.

La occidentalización de determinados zares en el siglo XVIII limitó sus beneficios a la nobleza, manteniendo a los campesinos en condiciones de servidumbre y pobreza extrema. Los nobles rusos, dice Tauger, vendían a sus siervos igual que los americanos venían a sus esclavos.

No obstante, los campesinos tenían instituciones que les protegían en la medida de lo posible. Eran las aldeas colectivas llamadas mir y obschchina. Mir significa paz y Obschchina bien común. Servían para distribuir las cargas impuestas por los nobles entre todos los aldeanos, de forma tal que la comunidad compartía las obligaciones en condiciones de equidad.

Este sistema servil de cultivo de baja producción produjo cantidad de rebeliones a consecuencia de hambrunas. En la Francia pre revolucionaria se hablaba de “conspiraciones” para matar de hambre a los campesinos, aunque la realidad eran producto de las calamidades naturales. Las hambrunas de 1739-40 mataron más personas en Francia que las guerras de Luís XIV.

En Rusia hubo cuatro grandes sublevaciones campesinas. Los siervos escapaban hacia el sur y se convirtieron en cosacos, que luego fueron el origen de otras sublevaciones. La de 1774-74 llevó al famoso Emelian Pugachev a las puertas de Moscú.

Resulta llamativo, dice, Tauger, que la producción agrícola en Europa Occidental no diera para abastecer a la población, y se tuviera que importar de Europa Oriental. Esto significa que el Renacimiento, la Reforma, las guerras de religión y los primeros pasos de la revolución científica y la Ilustración fueran alimentados literalmente por el trabajo de los siervos de la parte oriental. Poco a poco esta terrible evidencia empezó a conmover la conciencia de los más educados.

Ningún sistema de servidumbre, señala Tauger, alcanzó las alturas de violencia y de explotación que las plantaciones del Nuevo Mundo. De Inglaterra a la China, los consumidores más ricos obtuvieron alimentos de lujo de las América, donde las plantaciones coexistieron con las características de la agricultura precolombina.

El sistema azteca

La cultura azteca de Méjico y la de los Incas en Suramérica fueron contemporáneas de la Europa premoderna, y se basaban en la explotación del maíz, las patatas y otros tubérculos, los pimientos y algunos animales. Los mexica o aztecas cultivaban según el sistema de chinampas, jardines flotantes fertilizados con drenajes del lago y abono animal y de residuos de plantas. En el siglo XIV construyeron la ciudad de México. La sociedad mexica se basaba en clanes llamados calpulli, que pagaban impuestos en colectivo y poseían tierras llamadas milpa que redistribuían periódicamente.

El sistema derivó hacia una monarquía de una clase privilegiada. Hacia el 1420 los mexica se expandieron a base de conquistas y establecieron un sistema religioso basado en el terror de los sacrificios humanos para dominar a sus súbditos. Esto produjo una decadencia del sistema colectivo calpuli, y los cultivos a base de chinampa no abastecían una población enaumento. La forma de atajar este problema era conquistar cada vez más pueblos vecinos y someterlos a la servidumbre, lo que produjo constantes sublevaciones por los sacrificios humanos y las hambrunas.

Un último intento por conservar los sistemas tradicionales de cultivo fue la construcción de un canal que dio lugar a inundaciones que devastaron la capital. El nuevo emperador Moctezuma estaba sometiendo más pueblos vecinos cuando llegaron los españoles. Los mexica habían creado un sistema de cultivo sostenible y medioambiental, pero la construcción de un imperio lo volvió obsoleto.

El imperio inca

El imperio Inca sufrió un colapso parecido, aunque basado en un sistema de cultivo diferente, que se hundió por las contradicciones internas.

El imperio se extendía desde el actual Ecuador hasta el actual Chile en tres regiones diferentes. La llanura costera, con oasis formados por ríos. El Altiplano de los Andes, que se extiende por los actuales Perú meridional, norte de Chile y Bolivia occidental. Y en tercer lugar la llanura interior de las selvas amazónicas. En cada una de ellas los agricultores cultivaban una variedad de cosechas. Hacia el año 1000 construyeron una serie de canales que irrigaban el Altiplano; las patatas y otros tubérculos fueron su principal producción, que conservaban largo tiempo y secaban dando lugar al chuno, gracias al aire seco y fresco de las montañas.

Los incas era uno de los pueblos que ocupaban esta zona, en las inmediaciones del lago Titicaca en Perú. En el siglo XIII formaron una comunidad de pueblos llamada ayllu. Sus miembros cultivaban toda la tierra que podían, y repartían sus productos entre los necesitados que no podían trabajar, ancianos, viudas y huérfanos. Hacia 1438 el rey inca derrotó a ciertos invasores y se convirtió en Inca Pachakuti, y dividió las tierras en dos bloques, las del rey y su clan, y las de los campesinos, con la particularidad de que a la muerte del rey, el heredero se hacía cargo del gobierno, pero no de las tierras del inca, que seguían siendo del muerto y de su clan; estas tierras estaban repartidas por todo el territorio, y eran trabajadas por siervos, que permitían una vida de lujo a los ricos propietarios. Semejante sistema obligaba al nuevo rey a conquistar nuevas tierras. En el siglo XV, el ultimo heredero inca, Huáscar decidió suprimir este sistema, pero se enfrentó a su hermanastro Atahualpa, que quería mantener sus privilegios. En ese instante aparecieron los conquistadores españoles.

Señala Tager que los incas descubrieron la fertilización a base de guano, las heces secas de las aves marinas en la costa, acumuladas a lo largo de milenios; también construyeron terrazas, canales y balsas de agua para irrigación de las zonas altas. Sin embargo, en términos de tecnología agrícola no sobrepasaron el neolítico: no empleaban ruedas ni hierro ni arneses en las bestias. Su útil de trabajo era el taclla, una azadilla de piedra o de bronce para cavar, un mazo de madera para romper terrones, una azada y un cuchillo para cosechar. A pesar de ello, este sistema agrícola dio lugar al mayor imperio de la América precolombina, basado en los impuestos y en el trabajo para el estado, que comprendía el cultivo de la tierra real, el servicio militar, la construcción de caminos y de almacenes, un sistema postal eficaz y otras actividades. Los conquistadores retuvieron este sistema llamado mita, que encontraron útil y muy productivo.

Las cosechas americanas se expandieron a Europa entre los siglos XVI y XVIII con éxito. No obstante, en América el sistema no pudo impedir una baja productividad debida al agostamiento de la tierra ni hambrunas crónicas, debido a sus base de explotación del trabajo servil. Los conflictos internos que habían estallado a la llegada de Cortés y de Pizarro muestran que los imperios azteca e inca no habrían sobrevivió mucho tiempo si los españoles no se hubieran presentado. Aventura Tauger que los imperios nativos no fueron conscientes del potencial de las cosechas de su tierra, debido a los prejuicios religiosos e ideológicos. Los europeos sí que vieron las enormes posibilidades, y las explotaron y extendieron a otras continentes. La violencia impuesta por los europeos en los pueblos americanos era tan cruel como la de sus propios imperios, pero con mayor productividad.

La Historia de la Agricultura por el mundo entero…

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Tenemos para ustedes la Historia de la Agricultura que nos brinda un conocimiento muy grande en cuanto a que ha sucedido en el oriente lejano y en Europa finalizando en nuestra america. Esta historia esta compartida desde la pagina de Agronomos http://agriculturers.com  la cual tiene mucha informacion con respecto a la agronomia.

esperamos que les sea de gran utilidad el conocer que ha sido de la agricultura atravez de los tiempos.

El primer capítulo trata de los Orígenes de la Agricultura.

Primera Parte del libro de Mark B. Tauger

(Neolítico, Edad Antigua y Medievo)

El profesor Mark B. Tauger hace en este libro, que a continuación resumimos en varias entregas, un retrato coherente, dimensionado y asimilable, del papel de la agricultura en la historia de los diferentes pueblos del planeta. No entra en detalles minuciosos porque se trata de un compendio, pero llega hasta el nivel preciso para entender los conflictos que la explotación de la agricultura ha ido generando y genera en las sociedades.

Esta primera parte se centra en los capítulos dedicados a la protoagricultura y agricultura neolítica, en la Edad Antigua, y en la Edad Media hasta el siglo XV, en Occidente y en Oriente, incluidas las Américas y África.

Enmarca este origen en el estado de las colectividades humanas en el Paleolítico y en el estado de la climatología del planeta. Testimonios recogidos en el Próximo Oriente muestran que los humanos empiezan a recoger cada vez más plantas y cereales hace 23.000 años; Tauger designa este fenómeno como The Broad Spectrum Revolution, que podíamos traducir como la “Prolongada Revolución Agraria”, un larguísimo proceso en el que se enmarca la protoagricultura, que practicaban las hordas de recolectores y depredadores según les convenía.


El salto adelante de la “Prolongada Revolución Agraria” se produce con la domesticación. Es simultánea en diferentes lugares del planeta. Los animales son más pequeños que los ancestros de los que proceden. El cultivo agrícola se difunde por todo el Mediterráneo a partir del 8.000 a.C. Sobre el año 7.000, se encuentran cultivos y aldeas en el Norte de Europa.

Un fenómeno que influyó en el distinto desarrollo de la agricultura en el planeta es el llamado Younger Dryas, fase de enfriamiento climático a finales del Pleistoceno. En China, por ejemplo, afectó menos; su suelo llano y fértil por el loes, y bien regado por grandes ríos, permitió el desarrollo de la protoagricultra hacia 12.000 a.C.

Con la sustitución de la recolección por la agricultura las condiciones físicas de los seres humanos (menos robustos que los recolectores) se hicieron más vulnerables a la enfermedad. ¿Por qué se produce, entonces, el salto a la agricultura?

El profesor Tauger, citando a Colin Trudge, asegura que los agricultores tenían más oportunidades que los recolectores cuando se extinguían la caza y los frutos silvestres. Los recolectores solo se centraban en el cultivo cuando no tenían caza ni frutos, luego, volvían a su costumbre. Pero la agricultura también provocó un incremento de la población infantil sobreviviente. Prueba textual, el desprecio de los pastores bíblicos (y Gilgamesh) hacia los agricultores: Caín y Abel, Esaú y Jacob.

También menciona Tauger la tesis del polemista Jared Diamond: la agricultura es el peor error en la historia de la raza humana. La agricultura, dice Diamond, viene acompañada de epidemias, malnutrición y hambrunas. La sociedades agrícolas subsisten porque dividen a la sociedad en clases sociales; los campesinos eran la más baja, y facilitaban la vida a una elite de explotadores gobernantes y sacerdotes; los campesinos proveían de soldados a estas sociedades que se dedicaron a expulsar de la tierra fértil a los recolectores y cazadores.

El arte, la ciencia, al tecnología y la vida urbana no constituyen un progreso de la humanidad, dicen los partidarios de la tesis de Diamond. También aseguran que el cambio a la agricultura supuso la servidumbre y la subordinación de la mujer. Algunos académicos reclaman el regreso a una sociedad de cazadores y recolectores. Esto nos volvería más pacíficos y en armonía con la naturaleza.

Cabe preguntarse, pues, propone Tauger, ¿por qué se desarrolla la agricultura si era una solución fallida?

La jerarquización y el clasismo son hechos irrebatibles con el establecimiento de la agricultura, pero ¿cómo se las ingeniaron las elites para someter a los agricultores?

La teoría de Tauger es la doble subordinación

Por un lado, los agricultores dependen del variable e impredecible medio ambiente, esto les ha estimulado para cambiar y adaptar sus cosechas y ganadería.

Por otro, los agricultores han sido el sujeto de explotación de elementos ajenos a sus tierras, autoridades urbanas, reyes, ejércitos, recaudadores, bancos y mercados.

Estos elementos tienen limitaciones propias y contradicciones. Los poderosos se aprovechan de los campesinos, pero viven de ellos y no tienen más remedio que auxiliarlos cuando las cosas vienen mal, malas cosechas, pestes, etc. Las catástrofes naturales no afectan solo a los campesinos, sino a toda la sociedad, que vive de ellos.

Desde el punto de vista agrícola, la civilización supone el dominio de la ciudad sobre la aldea, de los urbanitas sobre los aldeanos. La civilización depende de la “captura” del campesinado, a veces hostil a veces amable.

El libro describe, en el sentido más amplio “las crisis medioambientales crónicas que han sido la mayor plaga de la agricultura, y también la formación de los sistemas serviles agrícolas en la mayoría del planeta. Luego perfila el proceso rápido y acelerado de emancipación y del desarrollo tecnológico moderno que han eliminado muchos rasgos tradicionales de la doble subordinación”.

Concluye este capítulo Tauger señalando las tres grandes razones por las que la agricultura es la base de la civilización.

-La civilización la necesita para su supervivencia.

-Los agricultores son un amortiguador social, porque son los que reciben el peor impacto en los desastres naturales y están a obligados a superarlos para sobrevivir.

-Los agricultores han sido siempre la clase social más baja, pero constituyeron el grupo social más grande en la producción de bienes.

El segundo capítulo se centra en la agricultura en la antigüedad. Los primeros grandes conflictos sobre la tierra y la libertad.

Hacia finales del cuarto milenio e inicios del tercero se observan en varios lugares del planeta sociedades con sofisticadas jerarquías sociales,urbanas y rurales. Muchos de los trabajadores del campo eran esclavos. Es el denominado por Marx sistema esclavista de producción, hoy discutido académicamente.

Al parecer, la mayoría de la población activa rural se componía de pequeños agricultores con tierra propia que contribuían al sostenimiento del estado con impuestos en especie. Aunque la escasez de fuentes no nos permite saber cómo, con el paso del tiempo, el sometimiento de estos agricultores a un poder central es efectivo en Mesopotamia, Egipto y el Sur de Asia. Mientras tanto, en Grecia, Roma y China aparecieron poco a poco grandes propietarios. Estos terratenientes se las ingeniaron para someter a los pequeños agricultores. Estos se resistían, y aparecen legisladores que intentan equilibrar la situación, del tipo Solón en Grecia o los hermanos Graco en Roma.

Tauger se toma el trabajo de diferenciar cada uno de estos casos, Atenas de Esparta, y entra en los detalles suficientes para avalar su tesis de la doble subordinación del campesinado, al clima y al poder.

Señala que Roma es el escenario en el que se producen las primeras luchas por la reforma agraria. Básicamente el mecanismo era cancelar las deudas contraídas por los pequeños agricultores, que se convertían en siervos de quienes les habían prestado el dinero o acaban en la esclavitud. La legislación al efecto tenía repercusiones, pero no cambiaba el sistema de propiedad, que favorecía siempre a los más ricos y poderosos, dispuestos a utilizar la violencia para que no cambiaran las cosas.

Roma empieza siendo una república de pequeños agricultores y termina siendo un imperio colonialista en manos de grandes latifundistas. El papel de los campesinos en este proceso es analizado con claridad por Tauger, señalando el papel de legitimidad clave que tuvo el ager publicus, el terreno agrícola público obtenido en las conquistas y considerado propiedad de la República, no de personalidades poderosas. Hace un análisis de la esclavitud, dejando claro que no era tenía una sola forma, sino que había una variedad de estatus en la sociedad, siendo el trabajo agropecuario el menos cruel.

La reforma agraria propiciada por los hermanos Graco fue consecuencia del fracaso de una distribución hecha décadas antes, a comienzos del siglo II a.C. Se repartieron un millón de yugadas a cien mil propietarios, entre soldados y colonos. Matanzas y persecuciones fueron el resultado del intento de los Graco, a quienes su audacia costó la vida, pero sus leyes se mantuvieron e hicieron algún efecto. También se debió a que ciertos cónsules victoriosos o dictatoriales, al estilo de Sila o de Julio César, distribuyeron tierra entre los soldados de los que se habían servido para obtener el poder.

El panorama dramático de la República romana cambia en los tiempos del Imperio. Hay muchos pequeños agricultores libres, y los latifundios no solo emplean esclavos, sino un gran número de siervos. Este panorama constituye la base del sistema agrario de la Baja Edad Media.

Los lectores interesados en el tema, pueden encontrar en el libro del profesor Tauger acertados análisis de las diferentes partes del Imperio, con explicita mención de las consecuencias que cada fenómeno estudiado tuvo en su territorio.

Analiza luego el caso de China. Al igual que en Grecia y en Roma, la historia sigue un mismo proceso: pequeños agricultores que pierden sus tierras en beneficio de grandes propietarios. Enel caso de China, las rebeliones y desórdenes fueron mayores que en otras partes del mundo debido al impacto de las catástrofes naturales, sequías, inundaciones de los grandes ríos, monzones irregulares. Siempre había una parte del inmenso imperio chino sometido a una desgracia natural, a demás de las impuestas por la codicia de los grandes señores y de los recaudadores de impuestos. En la dinastía Han se produjeron dos deposiciones violentas de emperador.

Según datos documentados, entre el año 200 a.C y 1911, fecha de la desaparición del imperio, hubo 1.800 hambrunas determinadas por catástrofes naturales. Algunas de estas eran efecto de la manera de cultivar: deforestar, lo que conducía a la erosión de un terreno predispuesto a las inundaciones por los monzones y los grandes ríos. La contrapartida es un sistema de irrigación bastante eficaz, promovido desde el poder.

Tauber distingue dos territorios en China, uno al norte, más seco, y el sur, húmedo, donde el cultivo del arroz se desarrolla pronto. Entre el año 1000 y el 600 a.C. la mayoría de los agricultores dependían de grandes señores en un sistema que puede considerarse de servidumbre. Las fuentes históricas permiten deducir que el sistema de propiedad agraria en China en aquellos tiempos precede al sistema feudal europeo de la Edad Media.

Un caso curioso para los modelos europeos es el gobierno de la dinastía Qin, que crea el primer imperio chino hacia el 200 a.C. Los Qin se dedicaron a suprimir autoridades intermediarias que exprimían a los agricultores, llegando incluso a ejecutar a miles de señores poderosos. Pero el emperador Shih Juang-ti impuso a los campesinos exigencias en especie y en dinero para construir sistemas de irrigación más pesadas que las que exigían de ellos los señores asesinados. Los agricultores se sublevaron y acabaron con la dinastía.

La dinastía Han que la sucedió intentó ser más cauta con los pequeños agricultores. Pero los grandes propietarios no tardaron en hacerse con la tierra. Un intento de reforma agraria por parte del emperador Wang Mang a inicios de la era cristiana en occidente fracasó a causa de una súbita desviación del río Amarillo que causó una catástrofe de las que se suelen llamar “sin precedentes”.

También igual que en Roma los cónsules republicanos y los emperadores distribuían grano entre el pueblo menesteroso, en China el imperio creó sistemas parecidos para auxiliar a los campesinos afectados por catástrofes como las plagas de langostas o las inundaciones. Pero no siempre eran efectivos.

Los chinos son los primeros en emplear bueyes y arado de hierro. Los beneficios de esta novedad dan lugar a perjuicios, como es el agotamiento más rápido del suelo. En cualquier caso estos avances solo afectaban a los grandes propietarios, capaces de reunir el capital necesario para la transformación tecnológica.

Concluye Tauger que en cada zona del planeta, los agricultores se han enfrentado a los mismos problemas causados por la doble subordinación (al clima y al poder), pero de un modo propio, también debido a la diferencia climática: el Mediterráneo es más estable, pero mas seco, Extremo Oriente está sometido a los monzones, con consecuencias harto más catastróficas.

La actitud del Poder en Roma fue más considerada hacia los agricultores que en el imperio Chino. Pero si bien Roma hizo “avances” hacia la reforma agraria mayores que en China, los programas de auxilio a agricultores víctimas de catástrofes fueron más extensos en China.

El capítulo tercero trata de la Agricultura en el periodo post-clásico.

Para Tauger comprende entre el año 500 y el 1450. Un marco que se sale de los tradicionales en la historia de Occidente, pero que resulta útil.

Esta época se distingue por los siguientes aspectos: la decadencia del imperio bizantino en Europa Oriental, el establecimiento y decadencia en Europa Occidental del sistema feudal de dominios agrarios, la transferencia a Occidente vía expansión musulmana de cultivos asiáticos, y la adopción en China de los cultivos intensivos para contrarrestar a los desastres en las cosechas y las hambrunas.

El óptimo medieval es el término que utiliza el autor para designar el periodo en el que la agricultura se desarrolló con mayor intensidad en Europa. En el cambio del siglo IV al V, el clima global del planeta sufrió un calentamiento gradual e intermitente que culminó con el periodo cálido medieval considerado el óptimo. Este se produjo en tres periodos de 30 a 40 años entre los siglos XI y XIII, en especial en el hemisferio norte.

En ese momento la placa de hielo en el Polo Norte estuvo a punto de deshelarse. Es la época en la que los pueblos escandinavos colonizan Groenlandia (llamada así porque podía cultivarse) y llegan incluso a la parte más septentrional del continente americano. En Inglaterra se puede cultivar uva. Las sequías y las inundaciones fueron en este periodo menos dramáticas. En China se inicia el cultivo de cítricos y otras plantas cálidas.

En Europa Tauger distingue dos regiones, la mediterránea del antiguo Imperio Romano y del Imperio Bizantino y la que se extiende al norte y al occidente, donde se acaba imponiendo el sistema feudal de dominios agrarios propiedad de una casta aristocrática, cultivados por siervos y hombres libres.

El imperio Bizantino resistió mejor la destrucción del imperio de occidente, y mantuvo un sistema agrario eficiente donde había cantidad de pequeños propietarios que cultivaban cereal, aceite y ganado, así como grandes latifundios, que poco a poco se fueron haciendo con la tierra de los libres gracias a los desastres naturales que arruinaron a muchos campesinos pobres, a pesar de que los emperadores intentaron auxiliar a los desfavorecidos.

Los pequeños agricultores con tierra propia en el año 1200 ya estaban por debajo de los que cultivaban tierra de grandes propietarios. Esta ruina en cierto modo, vine a decir Tauger, propició el hundimiento del imperio, conquistado en 1453 por los turcos musulmanes; la razón pudo haber sido el debilitamiento del ejército imperial, constituido por campesinos, que no tenían el menor interés en sostener unsistema que les perjudicaba. Si se me permite la interpolación, algo parecido a lo que ocurrió en la Hispania visigótica, donde los campesinos estaban tan hartos de las arbitrariedades y expolios de la nobleza, que se acomodaron a tener nuevos amos, si bien el curso es diferente y más largo; como sostiene el profesor González Ferrín, no hubo una invasión árabe ni musulmana a la península ibérica en el silgo VIII, sino un largo y complejo proceso de islamización (Europa entre Oriente y Occidente, Córdoba 2009).

En Europa occidental se desarrolló el sistema agrario feudal (“manorial system”). Los cereales empezaron a venderse en los mercados, los cultivos se combinaron con la ganadería, y el sistema agrario medieval se consolidó. Tecnológicamente, en el siglo VI se introdujo el arado con vertedera, en el IX se inventó un arnés más eficaz para las caballerías y las herraduras, y se iniciaron los cultivos en rotación doble, siembra y barbecho, y posteriormente la triple rotación, con siembras de primavera y verano, y barbecho de otoño. Estos avances no fueron continuos, costaron siglos. Los siglos V y VI fueron de plagas, y el VII de desastres naturales y hambrunas. Muchos campesinos libres cedieron sus campos a los acreedores y se convirtieron en siervos.

La inestabilidad meteorológica, las invasiones y las guerras dieron fuerza al sistema feudal en el que los campesinos buscaban la protección de los señores preparados para el combate. En el actual territorio de Francia se extendió el sistema de mansos, parcelas de un conjunto habitable o aldea señorial, cultivados por pequeños agricultores libres pero no siempre propietarios. La tierra de los mansos se redistribuía periódicamente a las familias necesitadas. Poco a poco se impuso la herencia privada de tierras, que en principio eran colectivas. Esto impulsó, según Tauger, la modernización agrícola.

Los campesinos podían ser libres, siervos o esclavos, estos últimos muy pocos. Tauger calcula que entre un 10 y un 80 por ciento de la población rural del siglo IX estaba sometida al sistema servil, según zonas.

Los campesinos componían un grupo social muy complejo. Los villanos eran los poseedores de pequeños terrenos. Los hombres hacían los trabajos duros del cultivo, y las mujeres cultivaban huertos par el autoconsumo de verduras, además de ocuparse de la casa, la indumentaria y los niños. La servidumbre campesina resulta un concepto difícil de precisar, podían ser esclavos u hombres libres viculados a un señor poderoso al que trabajaban su tierra particular o demesne.

El Alto Medievo fue próspero porque coincidió con el óptimo climático hacia el siglo XIII. El terreno cultivable se expande en toda Europa, roturando, deforestando y arrebatándole agua al mar mediante polders. También se produce la expansión germana hacia la llanura de Pomerania, Drang nach Osten, Polonia y los países Bálticos. Ello es consecuencia del incremento demográfico por el buen clima y las buenas cosechas. El uso del arado de hierro, el arnés perfeccionado, las herraduras y el cultivo de triple hoja se generaliza. Poco a poco el sistema de servidumbre se va desmantelando. La nobleza prefiere que sus arrendatarios paguen en metálico y no en especie para costear su tren de vida, y facilitan la vida de los agricultores.

El final del Medievo comienza en el siglo XIV con hambrunas, frío extremo y grandes lluvias. La actividad guerrera decrece porque no se podía luchar a campo abierto por las inundaciones. Muchas cosechas se malogran. Dice Tauger que hasta los nobles tuvieron que restringir su derroche alimentario. Curiosamente, el precio del cereal se mantuvo, gracias a las importaciones masivas de grano del imperio Bizantino y de la estepa ucraniana y rusa.

El comercio agrícola se vuelve rentable, pero los mayores movimientos de barcos y carretas introducen la peste negra en Europa. La producción se especializa por regiones. La ganadería se robustece, Tauger pone como ejemplo la Mesta castellana, que produce lana para la naciente industria textil. La nobleza nórdica introduce la piscicultura, que produce pescado salado y ahumado, y lo vende lejos de sus dominios.

Las hambrunas, las plagas y las catástrofes naturales favorecen los derechos de los campesinos cuando los mercados se van recuperando.

La agricultura en el islam sigue al principio de la expansión musulmana las pautas de los territorios que van conquistando. Los califatos Omeya y Abasida mantienen los impuestos del imperio persa para los agricultores. La deposición de la dinastía Omeya (uno de cuyos supervivientes desembarcó en Alándalus ys hizo emir, Abderramán I) se debió, según Tauger a que muchos conquistadores árabes de la antigua Persia se dedicaron a la agricultura, dependientes de los ricos señores persas convertidos al Islam (o no), y cayeron en la pobreza. En las primeras fases del califato, muchos campesinos eran propietarios de las tierras que cultivaban. Introdujeron productos cultivados en Asia y en África, como la caña de azúcar, el sorgo el trigo duro, los cítricos, los plátanos, las berenjenas, las alcachofas, las espinacas y otros. Como estas cosechas requerían mucha agua, se promovió la irrigación, aprovechando la existente y mejorándola.

También varió el sistema de cultivo. En el Mediterráneo, Egipto y Oriente Medio se plantaban cereales y legumbres en otoño y se recogían en primavera. Con la irrigación, empezaron a plantarse cosechas de primavera. Ejecutaban rotaciones de estas plantas de crecimiento rápido, pero sin barbecho. Los musulmanes crearon una economía de mercado próspera, y los más ricos acumularon el capital suficiente para invertirlo en sistemas de regadío y en grandes huertos de frutales. La población se incrementó notablemente. Bagdad tenía en ese tiempo un millón de habitantes. Tauger no habla de Alándalus, cosa que es una lástima, porque la agricultura en la zona sur de la península Ibérica era muy rica y variada, gracias, entre otras cosas, a la irrigación. Dice, sin embargo, que la conquista cristiana en Castilla y en Sicilia produjo un retraso tecnológico en la agricultura, al expulsar a los que sabían cultivar la tierra.

Poco a poco los musulmanes cayeron en el mismo vicio que los cristianos europeos: dar lugar a una pequeña clase de propietarios que explotaban a la mayoría de los agricultores. En Mesopotamia se abandonaros muchos regadíos, y se produjo un despoblamiento.

Los cristianos europeos aprovecharon las técnicas y las cosechas introducidas por los musulmanes, y le sacaron gran rendimiento, debido a su sistema de rotaciones. El autor dice que la Reconquista hispana expulsó a los musulmanes y a sus sistemas agrícolas e introdujo formas europeas. También menciona la expulsión de los judíos y de los moriscos (en el siglo XVII, esta última) como fenómenos que dañaron la agricultura española.

Crisis e innovaciones en China. Las sucesivas dinastías que gobernaban China durante la llamada Edad Media Occidental se atuvieron como las anteriores a los desastres naturales frecuentes en esa zona del planeta. Se introdujeron variedades de arroz que maduraban antes de que les perjudicaran los monzones, y muchos campesinos del norte del imperio emigraron al sur a causa de las invasiones y las crisis agricolas. El imperio Wei de occidente, para contrarrestar el poder de los señores, creó un ejército de campesinos autosuficientes que duró, intermitentemente, hasta el siglo XVIII.

La dinastía Sui explotó al máximo a los campesinos para construir un Gran Canal y para restaurar la Gran Muralla. El gobierno compraba grano a los campesinos en época de buenas cosechas y lo almacenaba para repartirlo cuando las cosas venían malas. Los gobiernos imperiales intentaban defender a los agricultores pobres de las expropiaciones ilegales realizadas por los señores, pero no siempre lo conseguían, y a veces les costaba el poder. Dice Tauger que la administración imperial ofrecía préstamos a los agricultores pobres para recuperar sus tierras, e incluso procuraba educarlos tecnológicamente. No obstante las hambrunas se sucedieron, provocando millones de muertes.

Asegura Tauger que en determinadas partes de China se desarrolló un sistema de producción agraria parecido al feudal en Europa, con siervos y campesinos libres pero atados a la tierra que cultivaban.

Servidumbre, libre cultivo y transformaciones agrícolas en el Medievo.

Tauger observa una gran transformación en el sistema de doble subordinación (al poder y al clima) durante los mil años de este periodo convencional. Los conflictos entre pequeños agricultores en busca de autonomía y subsistencia, y grandes propietarios se hicieron crónicos. Los poderes centrales intentaron proteger a los pequeños, con poco éxito, entre otras cosas porque los gobernantes eran siempre aristócratas privilegiados. Una de las fórmula fue militarizar a los agricultores, como en el caso mencionado de China y el no mencionado por Tauger de la Reconquista Castellano Leonesa.

Los desastres naturales fueron más frecuentes en China y en Bizancio que en Europa Occidental. China es el primer país donde se utiliza de modo generalizado la tecnología, con la introducción del arroz temprano, lo que produjo la expansión del imperio y de la población. Los productos y la explotación agraria musulmana sentaron las bases para el complejo de plantaciones desarrollado siglos después en Europa y en las Américas. En Europa se produjo una especialización de cultivos en granjas que también se dedicaban a la ganadería, mientras que los cereales se importaban.

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